lunes, junio 19, 2006

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Los poetas de la antigüedad animaron los objetos sensibles con dioses y genios, nombrándolos y dotándolos con las propiedades de los bosques, ríos, montañazas, lagos, ciudades, naciones y todo lo que sus enormes numerosos sentidos podrían percibir.

Estudiaban particularmente el genio de cada ciudad y país colocándolo bajo tutela de una deidad espiritual.

Bien pronto, para ventaja de algunos y esclavitud de muchos, se formo un sistema intentando dar realidad a las deidades espirituales o abstraerlas de su objeto. Así dio principio al sacerdocio, instituyendo ritos según los relatos poéticos.

Así olvidaron los hombres que todas las deidades residen en el corazón.